En el
"Cerro Barón", perteneciente al Barrio "Almendral", se
eleva la vetusta "Iglesia San Francisco", uno de los templos más
antiguos, queridos y característicos de Valparaíso.
La
historia nos cuenta que después de numerosos trámites y estudio se procedió a
comprar las 14.000 varas de terreno que se necesitaban para la edificación
del Convento franciscano que se componía de una casa de ejercicios, un
claustro de dos pisos y una Iglesia. Esto sucedía en 1846, pero los
franciscanos recién se trasladaron al nuevo edificio en 1851.
Los
trabajos arquitectónicos de los edificios estuvieron a cargo de los padres:
Diego Chuffa y Septimio Begamby.
El
Templo posee un frontis de cal y ladrillo cuya construcción, posterior a la
torre, se realizó en 1891. Todas las construcciones quedaron terminadas
recién en 1893.
Su
famosa torre, verdadero atalaya de la Iglesia, domina tosa la Ciudad y es
visible desde todos los sectores del amplio anfiteatro que es nuestro puerto.
Los
marinos la ubicaban desde lejos cuando sus naves recién dirigían sus proas
hacia Valparaíso, valiéndose de la Torre de San Francisco como punto de
referencia para enfilar sus embarcaciones. Ellos bautizaron por tercera vez a
Valparaíso que comenzó llamándose "Quintil" antes de nominársele:
Valparaíso.
Los
marinos al divisar la rojiza torre de San Francisco exclamaban: allí está
"San Francisco" y los menos devotos, pero más cordiales, decían :
"Allá está Pancho".
Ese
cariñoso nombre de "Pancho", fue repitiéndose y escuchado tan
seguido y por tanto tiempo entre la marinería, entre la oficialidad y entre
la población, que echó raíces populares entre los habitantes que aceptan este
" sobrenombre" con cierto agrado, con infantil delicia.
Así, de
pronto, sin que nadie pueda decir desde cuándo, "PANCHO" pasó a
constituirse en el tercero y, a veces, único nombre de Valparaíso.
La
torre de la "Iglesia San Francisco" del cerro Barón, de más de
cuarenta metros de altura, fue durante muchos años el único faro existente
para las naves que ingresaban a la bahía porteña. Su campanario posee tres
grandes campanas que miden 1,40 metros de diámetro. Están montadas en gruesos
caballetes de madera y cada uno de sus Badajoz pesa alrededor de cien kilos.
Este
longevo templo, sigue siendo un verdadero atalaya que se eleva hacia lo alto,
destacando su presencia como una mano amiga ofrecida por Valparaíso a los
turistas y viajeros que arriban a sus lares por tierra o por las azules aguas
del Pacífico.
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