domingo, 29 de marzo de 2015

La piedra azul


Subiendo por le Cerro " Las Zorras", hoy Cerro O´Higgins y casi a medio camino, existe una quebrada formada por el escurrimiento de las aguas de las lluvias durante largos años.
Los pobladores, que habitaban la cumbre del cerro, acostumbraban tomar la "Quebrada" como un atajo que les permitiera acortar camino y llegar más rápidamente a sus hogares o a sus trabajos.
Todo ese lugar pertenecía a un vecino que se caracterizaba por ser avaro, pendenciero y antisocial. Tanto molestaba a los habitantes del cerro que optaron por circular calladamente para no despertar las iras del malhumorado propietario.
Cuentan los vecinos que un día , un famoso hierbatero, de los muchos que habitaban los cerros porteños en aquellos tiempos, con mucho de médico y de brujo, fue llamado para medicinar a un enfermo y debió pasar con su guía por la célebre quebrada. A poco caminar, apareció el avaro y los increpó duramente, amenazándolos con una enorme piedra.
El Curandero, hombre muy paciente, la respondió. "Tan como esa piedra azul terminarás tus días", y siguió su camino.
Pasó el tiempo y, el avaro, comenzó a sentir que el cuerpo le pesaba cada vez más y sus brazos y piernas ya no le obedecían . Los lugareños o veían pasar. Asombrados, recordando la maldición del Curandero.
Una tarde, a la entrada misma de la " Quebrada", los encontraron desmayado, curvado como un jorobadito, a punto de expirar.
Algunas almas caritativas trataron de levantarlo, pero tan pesado estaba que todos sus esfuerzos fueron inútiles. Vestía de azul y pesaba tanto como una verdadera roca. Así se cumplía la predicción del Curandero.
Al anochecer , al avaro, expiró y milagrosamente se alivianó su cuerpo, sólo entonces se le pudo transportar y brindar cristiana sepultura.
Los pobladores, que continuaron pasando por la "Quebrada", descubrieron un día que, en el mismo lugar donde falleciera el avaro, afloraba una piedra con manifiestos matices azules.
Día a día , y sin que nadie participara en ello, la piedra surgía un poco más. Tanto asomó a la superficie, que los vecinos creyeron ver en la piedra el cuerpo inanimado del avaro.
Desde entonces se bautizó al atajo con el nombre de "Quebrada de la Piedra Azul" que aún sustenta.

                                                                               Fuente: Relatos y leyendas de Valparaíso

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