Subiendo
por le Cerro " Las Zorras", hoy Cerro O´Higgins y casi a medio
camino, existe una quebrada formada por el escurrimiento de las aguas de las
lluvias durante largos años.
Los
pobladores, que habitaban la cumbre del cerro, acostumbraban tomar la
"Quebrada" como un atajo que les permitiera acortar camino y llegar
más rápidamente a sus hogares o a sus trabajos.
Todo ese
lugar pertenecía a un vecino que se caracterizaba por ser avaro, pendenciero
y antisocial. Tanto molestaba a los habitantes del cerro que optaron por
circular calladamente para no despertar las iras del malhumorado propietario.
Cuentan
los vecinos que un día , un famoso hierbatero, de los muchos que habitaban
los cerros porteños en aquellos tiempos, con mucho de médico y de brujo, fue
llamado para medicinar a un enfermo y debió pasar con su guía por la célebre
quebrada. A poco caminar, apareció el avaro y los increpó duramente,
amenazándolos con una enorme piedra.
El
Curandero, hombre muy paciente, la respondió. "Tan como esa piedra azul
terminarás tus días", y siguió su camino.
Pasó el
tiempo y, el avaro, comenzó a sentir que el cuerpo le pesaba cada vez más y
sus brazos y piernas ya no le obedecían . Los lugareños o veían pasar.
Asombrados, recordando la maldición del Curandero.
Una
tarde, a la entrada misma de la " Quebrada", los encontraron
desmayado, curvado como un jorobadito, a punto de expirar.
Algunas
almas caritativas trataron de levantarlo, pero tan pesado estaba que todos
sus esfuerzos fueron inútiles. Vestía de azul y pesaba tanto como una
verdadera roca. Así se cumplía la predicción del Curandero.
Al
anochecer , al avaro, expiró y milagrosamente se alivianó su cuerpo, sólo
entonces se le pudo transportar y brindar cristiana sepultura.
Los
pobladores, que continuaron pasando por la "Quebrada", descubrieron
un día que, en el mismo lugar donde falleciera el avaro, afloraba una piedra
con manifiestos matices azules.
Día a
día , y sin que nadie participara en ello, la piedra surgía un poco más.
Tanto asomó a la superficie, que los vecinos creyeron ver en la piedra el
cuerpo inanimado del avaro.
Desde
entonces se bautizó al atajo con el nombre de "Quebrada de la Piedra
Azul" que aún sustenta.
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