domingo, 29 de marzo de 2015

El apostol de Valparaiso


El 11 de Diciembre de 1827, el hermano franciscano Fray Andrés Caro se embarca hacia Valparaíso en la Goleta "Sir Tinxian", desde el puerto de Cobija, al que arriba después de dos semanas de navegación.
Fray Andrés, se había desempeñado durante 30 años como misionero en Bolivia. Venía de regreso a su "Granada" (España) en donde había nacido el 30 de Enero de 1769. En Valparaíso, debía esperar la llegada de algún buque en tránsito a Europa, pues en esos años no existían los actuales itinerarios.
Finalmente , arribó "El cometa", un barco que venía en malas condiciones, cuyo destino era el viejo continente. Tanto era el afán de llegar a su tierra natal, que , Fray Andrés, hizo caso omiso a las averías del navío y se embarcó en él.
No había navegado mucho "El cometa", cuando sufrió la abertura del caso. El capitán se desesperó creyéndolo perdido, pero el santo hermano se acercó a él pidiéndole que pusiera proa al norte rumbo a Valparaíso.
El cometa logró arribar a Valparaíso donde no pudo ser reparado y debió rematarse. Fray Andrés pensó, entonces, que su salvación y la de los tripulantes era un verdadero milagro y que había sido Dios quien había permitido su salvamento para que colaborara con las grandes necesidades religiosas que existían en el Puerto.
Fue así como comenzó una exitosa evangelización del lugar y fundó la Casa de Ejercicios del Cerro del Barón.



El religioso de constituyó en el consuelo de todos los enfermos. Nadie fallecía sin la atención de este Santo Apóstol de Valparaíso. Asía pasaron los años entre epidemias de Viruela y Escarlatina.
Para llegar a todos los enfermos que solicitaban su atención, viajaba en una destartalada carreta a través del accidentado relieve. Por aquél tiempo los enfermos de viruela eran conducidos hasta unas pobres chozas en el extramuros de Playa Ancha, donde se les abandonaba a su suerte, lejos de sus familiares. "Solo el Padre Cano no los abandonaba, era como un ángel de consuelo llevándoles auxilio para el alma y el cuerpo". Curaba a los valiorosos sin temor a sus erupciones pustulosas de las que extraía su pus. Nadie podía comprender cómo no se contagiaba con esa enfermedad tan infecciosa, sin contar con los acontecimientos y medicamentos necesarios, sólo con oraciones y acciones que eran más piadosas que científicas...
Todos creían que estaba asistido por Dios y que en esas convicción residía su seguridad en atender a los enfermos que ni sus propios familiares se arriesgarían a asistir.
Un halo de divinidad guiaba sus pasos transformándolo rápidamente en un ser casi sobrenatural, divino.



Tanto bien realizó el " Apóstol de Valparaíso" que la autoridad civil dispuso un bote que pudiera a cualquier hora del día, conducirlo entre "El Almendral" y "Playa Ancha".
Cuando envejeció, y ya no podía caminar, los fieles se disputaban el honor de conducirlo en sillita de manos. Durante 20 años sirvió a todos los necesitados del pueblo. El 18 de Junio de 1844, a la edad de 75 años, falleció siendo enterado de caridad, según consta en los correspondientes libros de la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes de Puerto Claro, actual Parroquia La Matriz de Jesucristo El Salvador.

                                                                  Fuente: Relatos y leyendas de Valparaíso

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