VALPARAÍSO, |
qué disparate |
eres, |
qué loco, |
puerto loco, |
qué cabeza |
con cerros, |
desgreñada, |
no acabas |
de peinarte, |
nunca |
tuviste |
tiempo de vestirte, |
siempre |
te sorprendió |
la vida, |
te despertó la muerte, |
en camisa, |
en largos calzoncillos |
con flecos de colores, |
desnudo |
con un nombre |
tatuado en la barriga, |
y con sombrero, |
te agarró el terremoto, |
corriste |
enloquecido, |
te quebraste las uñas, |
se movieron |
las aguas y las piedras, |
las veredas, |
el mar, |
la noche, |
tú dormías |
en tierra, |
cansado |
de tus navegaciones, |
y la tierra, |
furiosa, |
levantó su oleaje |
más tempestuoso |
que el vendaval marino, |
el polvo |
te cubría |
los ojos, |
las llamas |
quemaban tus zapatos, |
las sólidas |
casas de los banqueros |
trepidaban |
como heridas ballenas, |
mientras arriba |
las casas de los pobres |
saltaban |
al vacio |
como aves |
prisioneras |
que probando las alas |
se desploman. |
Pronto, |
Valparaíso, |
marinero, |
te olvidas |
de las lágrimas, |
vuelves |
a colgar tus moradas, |
a pintar puertas |
verdes, |
ventanas |
amarillas, |
todo |
lo transformas en nave, |
eres |
la remendada proa |
de un pequeño, |
valeroso |
navío. |
La tempestad corona |
con espuma |
tus cordeles que cantan |
y la luz del océano |
hace temblar camisas |
y banderas |
en tu vacilación indestructible. |
Estrella |
oscura |
eres |
de lejos, |
en la altura de la costa |
resplandeces |
y pronto |
entregas |
tu escondido fuego, |
el vaivén |
de tus sordos callejones, |
el desenfado |
de tu movimiento, |
la claridad |
de tu marinería. |
Aquí termino, es esta |
oda, |
Valparaíso, |
tan pequeña |
como una camiseta |
desvalida, |
colgando |
en tus ventanas harapientas |
meciéndose |
en el viento |
del océano, |
impregnándose |
de todos |
los dolores |
de tu suelo, |
recibiendo |
el rocío |
de los mares, el beso |
del ancho mar colérico |
que con toda su fuerza |
golpeándose en tu piedra |
no pudo |
derribarte, |
porque en tu pecho austral |
están tatuadas |
la lucha, |
la esperanza, |
la solidaridad |
y la alegría |
como anclas |
que resisten |
las olas de la tierra. |
Fuente: Universidad de Chile
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