Nuestra
propia vivencia personal nos lleva a valorar la lúcida frase de Martín Cerda
para prólogo de la novela Valparaíso ciudad del viento, que expresa: “…los
surrealistas tenían razón al postular una metafísica de los lugares…”, y
agrega “…todo lo que el hombre hace, desea, recuerda o imagina está siempre
localizado, o si se quiere, lugarizado en una ciudad, calle o casa”.
Valparaíso,
ciudad de lugares. Sus lugares están llenos de magia.
Emplazamiento
La
estación Puerto se emplaza en uno de los sitios emblemáticos de la ciudad. El
volumen de la torre de la Capitanía de Puerto constituye, junto con su
similar, la torre de la Aduana, el umbral de acceso al puerto desde el plan;
las dos torres enmarcan las vistas de los sitios portuarios y su actividad
desde la plaza Sotomayor. Éste es el punto de conexión entre el área
turística del borde costero con la plaza y el monumento a Arturo Prat.
El
emplazamiento del proyecto ha sido especialmente cuidadoso, en el sentido de
no entorpecer la relación visual entre la ciudad y el mar. Es así como se ha
hecho un estudio para asegurar la vista desde los paseos y miradores del
sector: Lord Cochrane, Yugoeslavo y Gervasoni.
Patrimonio
e intervención urbana
Un
sector importante del casco histórico de Valparaíso ha sido recientemente
declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Como historiadores, por
tanto, tenemos en nuestras manos una enorme responsabilidad sobre cómo
intervenir en Valparaíso y su patrimonio.
Creemos,
como Martín Cerda, que el camino no es la inmovilidad espacial. “…hay quienes
quisieran hoy, con una miope generosidad, conservar a Valparaíso como una
ciudad museo, reduciéndola a un muestrario melancólico, a proyectos y
trabajos que en el pasado lo convirtieron en un punto obligado de los
navegantes del Pacífico… ese Valparaíso pionero sólo puede ser conservado
mediante un nuevo Valparaíso todavía más ambicioso, ebrio de lejanías,
disciplinado e imaginativo”.
Nuestro
equipo cree que la base de la real renovación de la ciudad está en la
modernidad fundada e instrumentalizada a partir de la persistencia de sus
lugares y de sus obras monumentales.
Esto
porque, tal como dice Han Meyer en su libro City and Port, “…se descubre que
las formas urbanas son de gran tenacidad, esto es, tienen una gran
permanencia a través del tiempo, a pesar de sus sucesivas administraciones y
diferentes planificadores”.
“La
forma urbana construida es longue dureé”
Según
Spengler, “…es el tiempo el que engendra al espacio, articulando lo lejano y
lo próximo de acuerdo a un proyecto radical que venía de una cultura a
otra”.
Conceptos
como éstos son los que hemos tomado en cuenta al intervenir el edificio de la
estación Puerto. |
Su
recia y sobria arquitectura ha persistido desde su construcción en 1937,
superando planes y personas. Es el punto de partida de un diseño más amplio y
actual que, además de hacerse cargo del entorno urbano inmediato, debe
incorporarse fluyendo al contexto mayor del borde costero: el muelle Prat, el
espigón del puerto, la plaza Sotomayor, la Av. Errázuriz. |
Forma
urbana |
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El
proyecto consiste en la renovación, puesta en valor y restauración del
edificio de la estación Puerto de Valparaíso. A partir de ésta, se genera un
nuevo proyecto ocupando los espacios por sobre los antiguos andenes en
dirección al oriente, siguiendo la línea del recinto portuario por el mar y
la Av. Errázuriz hacia la ciudad. |
Como
criterio de restauración, para el edificio de la estación Puerto, adherimos a
la idea que el arquitecto León Krier ha denominado restauración
creativa. |
Es
decir, a aquel planteamiento que, poniendo en valor los elementos
sustanciales de la obra, no cae en el inmovilismo de una estética fija ni
tampoco se estanca en una actitud nostálgica del pasado. |
El
planteo aprovecha la oportunidad de dar cuenta, además, de la época que se
vive, con su problemática cultural, social, tecnológica y económica. Ello
porque posibilita el manejo de tecnologías avanzadas apropiadas y el empleo
de lenguajes propios de la arquitectura de hoy, asumiendo el desafío difícil
de la síntesis con la obra que se desea conservar. |
Así, el
proyecto se constituye en un todo a partir de un edificio tradicional
existente, al que se incorpora una extensión hacia el oriente siguiendo la
dirección de las vías del tren: por una parte, la fuerza de la arquitectura
existente basada en su profundo arraigo en el solar, construyendo el sitio,
estableciendo dominio tutelar sobre él, expresado en hormigón; por otra, el
planteamiento que importa la levedad del cristal al construir un edificio por
sobre la nueva estación, dando cobijo a los andenes. |
En el
nuevo proyecto se intenta reflejar algunos de los elementos arquitectónicos,
sancionados por la historia, que se arraigan tanto en la arquitectura
espontánea como regular y que son tan propias de la ciudad anfiteatro que
busca la vista del Pacífico. Aparecen aquí, por tanto, conceptos como
edificio isla, edificio manzana, edificio mirador, fachadas que necesitan
multiplicar su perímetro –formando volúmenes cuyo grano se asocia al telón de
fondo de los cerros–, edificio de baja altura, y desarrollo en extensión,
entre otros. |
Sustentabilidad |
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El
edificio se desarrolla como un organismo de bajo consumo energético. En todo
su perímetro, se proyectan dos fachadas de cristal paralelas que generan un
espacio intermedio pleno de aproximadamente 70 cm de ancho. Se permite así la
ventilación ascendente de la fachada –stack effect– gracias a la apertura
controlada mediante celosías regulables en los niveles superior e inferior
del sistema. |
El
cristal que se utiliza en las fachadas interiores tiene un coeficiente de
sombreamiento de 0,71 y un factor U en verano de 0,53 Btu/hr*Ft2*ºF y en
invierno de 0,67 Btu/hr*Ft2*ºF.
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Este
desarrollo de la envolvente permite disminuir las cargas térmicas y su
relación con el equipamiento de climatización; debido a la doble fachada, se
produce una interpolación térmica que además permite reducir la contaminación
acústica exterior.
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