Sucedió
que, a poco de navegar, una misteriosa epidemia provocó una horrenda
mortandad entre la tripulación, la que se acentuó pronto con una escasez
dealimentos que produjo una desesperada hambruna. El Capitán don Juan Esteban
de Ezpeleta, que comandaba el velero "Gallardo", ordenó disparar
una salva de cañonazos en homenaje a su amigo el Capitán Alzaga, sin embargo,
desde la nave de igual matrícula, nadie respondió el saludo. Ezpeleta ordenó
alcanzar al silencioso velero, presintiendo que algo grave ocurría a bordo,
pero la noche impidió su empeño. Tan solo al otro día un bote, perteneciente
al "Gallardo", logró abordar al ORIFLAMA... El espectáculo era
sobrecogedor, aterrante, macabro; 149 pasajeros y tripulantes yacían muertos
diseminados entre los 106 sobrevivientes, casi todos moribundos.
Los
marineros del "Gallardo" no lograron imponerse sobre los verdaderos
motivos que produjeron tales efectos, porque los que aún daban señales de ida
no podían hablar, ni siquiera moverse. Cuando volvieron al barco del Capitán
Ezpeleta, contaron las verdaderas razones del silencio recibimiento por parte
de la ORIFLAMA y porqué la nave mantenía solamente una vela izada. El Capitán
visiblemente conmovido, ordenó el rápido transporte de víveres y
medicamentos, eligiendo de inmediato 40 hombres para socorrer a las víctimas
de tan brutal epidemia. Cuando la orden comenzaba a cumplirse y los botes
estaban prestos a ser descolgados, un violento temporal comenzó a
desencadenarse en la bahía y las naves hermanas empezaron a separarse cada
vez más. Todo el día el temporal se ensañó con el "ORIFLAMA" y el
mar tempestuoso lo convirtió en un frágil juguete de las olas.
Las
primeras sombras de la tarde mostraron de él tan solo un destartalado velero
a punto de zozobrar que apenas mostraba su arboladura en lontananza.
Pronto
sobrevino la noche, una noche de aguaceros y vientos furibundos. Las jarcias
y los mástiles rumoreaban una oración extraña y sobrecogedora. La tripulación
del "Gallardo" pensaba que el ORIFLAMA estaba irremediablemente
perdido, que a esa hora sus escasos tripulantes y pasajeros habrían expirado
gracias al viento frío y al aguacero.
Muchos
marineros rezaron por sus compañeros y amigos para que Dios se apiadara de
ellos y concediera eterno descanso a sus almas. De pronto, sucedió un
alucinante acontecimiento: el velamen del ORIFLAMA comenzó misteriosamente a
ser izado y rápidamente el viento inflamó sus velas. Tanto y tanto se
hincharon que en un breve lapso la "Nave de los Agonizantes" zarpó
con rumbo desconocido.
El
ORIFLAMA encendió toda sus luces y, así emgalanada, con sus mástiles y palo
mayor iluminados, se alejó velozmente noche adentro.
El
Capitán Ezpeleta, aferrado al barandal de proa, no podía convencerse de que
cuanto estaba sucediendo era realidad...
Así fue
como el hermoso velero gaditano: El ORIFLAMA, ingresaba al misterioso círculo
de los "barcos fantasmas" que de tiempo en tiempo aparecen a los
marinos que surcan nuestro litoral.
El
ORIFLAMA frecuenta los puertos nacionales mostrando sus velas hinchadas,
plenamente iluminado y con su macabro cargamento de 300 tripulantes y
pasajeros muertos. Esta es la historia del bergantín fantasma llamado también
la NAVE DE LOS ANGONIZANTES.
Fuente: Relatos y leyendas de Valparaíso |
|
|
|
|
|
|
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario