Corría
el año 1688 cuando la costa chilena fue afectada por un fuerte sismo y
numerosas salidas de mar. Valparaíso sufrió las consecuencias de un terremoto
que aterró a tal punto a su población, que muchos corrieron a refugiarse en
la Iglesia Matriz de Jesucristo El Salvador.
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![VA AL PARAISO](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiITYjE-nsNvPUWn1jCdA7wkVvLnC3wkHqVai6R_vUbwJ4mnVdXfpg4Vo2rBnivOWDymNO6I4RQP6NqFyKhGFCevrhAAl3uLVn8gP7rk7yrFBdIY_vYBGjwFVKSAFD7RE3GenhN5P2pH5o/s1600/VA+AL+PARAISO.png)
Queda apenas un gemido, una tenue luz en la leyenda, inmóvil, como una grieta en el mármol, con su fortuna que aún resiste, cargando sus heridas, flaqueando sin soltura, en la ventolera sur, a su negado azar, hacia la escala que desciende. Es el olvido socavando la sortija, y la autoridad con aires de desidia. Es el patrimonio que reclama un gesto, una mirada soslayada, a la ciudad sempiterna que agoniza, es otra noche de luto recostada en la bahía. (Santiago Alonso, agosto 2004)
domingo, 29 de marzo de 2015
El Cristo que detuvo el mar
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